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La economía ganadera en chihuahua: lineamientos generales en la segunda mitad del siglo xix

2 0 1 A ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA: LINEAMIENTOS GENERALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX María Aparecida de S. Lopes El panorama de quien se dedica a estudiar el entorno económico ganadero en México es poco alentador; la mayoría de los trabajos al respecto suele analizar el fenómeno a partir del siglo XX y aquellos que profundizan el tema desde una perspectiva histórica pincelan algunos hechos desde la Conquista hasta la Revolución. La situación es más dramática para Chihuahua, sorprendentemente uno de los estados que más se ha destacado, durante el siglo XIX, en la producción y exportación de ganado. Sin embargo, no se cuenta más que con pocos estudios de carácter bastante general, que vagamente se refieren al fenómeno en el siglo pasado. Esto se debe, entre otros factores, a la precariedad de las fuentes disponibles. Parte del material sobre el tema, sobre todo los archivos privados de los ganaderos del estado, no son fácilmente accesibles para el investigador. El limitado acceso a esta información sin duda reduce las posibilidades de conocer algunos aspectos fundamentales de la economía ganadera, como los vínculos comerciales entre los criadores, técnicas de producción y reproducción, el sistema de pastoreo, la mano de obra empleada, entre otros. Por otro lado, la documentación oficial, como las memorias de los gobernadores, los informes de los jefes políticos o los boletines y anuarios estadísticos, se caracteriza por una extrema heterogeneidad con números poco fiables, puesto que la mayoría de los ganaderos falseaba la cantidad de cabezas que tenían con la intención de evadir la tasación tributaria correspondiente.1 La debilidad de la documentación en este aspecto se vincula a un claro problema político. Así lo hizo notar el jefe político del distrito Benito Juárez, en su informe administrativo referente al año de 1908, en el cual afirmaba que no obstante la crisis agrícola por la cual atravesaba el estado de Chihuahua, L 1 De la Peña, 1948, pp. 250-251, vol. 2. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 0 3 Los estudiosos de la actividad pecuaria en Chihuahua ubican dos momentos de auge en la producción ganadera regional: durante las últimas décadas del período colonial y a partir de 1880 aproximadamente. Aquí haremos una breve reflexión acerca del segundo período, con énfasis en los últimos años del porfiriato, momento para el cual contamos con datos un poco más completos. Diversos trabajos sobre el tema señalan que el fin de las llamadas “guerras indias” marcó el inicio de la expansión y definitiva apropiación del territorio chihuahuense por los grandes propietarios comprometidos con esta “lucha”, quienes posteriormente se dedicarían a la cría de animales en forma extensiva. Tal fue, por ejemplo, el bien conocido caso de Luis Terrazas, quien no escatimó recursos y esfuerzos para enfrentar la “amenaza apache”.6 Después de terminada la fase más aguda de las guerras de Independencia se conoció un período de relativa expansión económica en Chihuahua –especialmente en la agricultura, ganadería y minería– que se caracterizó por un intenso comercio interprovincial en la región norte de México.7 Pese a que la ganadería era una actividad común en todo el estado, los intercambios de animales enfrentaban serias dificultades. Por lo general los grandes criadores contrataban a conductores de ganado, quienes se encargaban de la ardua tarea de transportar los animales, sobre todo vacuno y caballar, hasta regiones tan lejanas como el centro del país. Pero este negocio enfrentaba serios riesgos y no siempre ofrecía ganancias seguras dado el elevado costo y las dificultades para localizar aguajes y pastos, y debido a las constantes pérdidas de cabezas durante el trayecto. Los pequeños productores, a su vez, se dedicaban a la cría del ganado menor que era comercializado de forma bastante desventajosa con los grandes propietarios.8 MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 0 2 […] la industria pecuaria se explota […] en una escala de consideración en las Haciendas del distrito y multiplican anualmente un crecido número de animales, tanto bovino, caballar y ganado menor, pudiendo presentar un cuadro aproximado a este respecto, pero temo lastimar intereses privados que creo no deber tocar al detalle.2 Además de las lagunas que hemos mencionado, hay un elemento prácticamente ausente de los estudios sobre la ganadería chihuahuense, a saber, los circuitos comerciales con Estados Unidos, pese a que este país era uno de los principales socios de Chihuahua, no sólo como comprador de ganado, sino también como inversionista, ya que a fines del siglo XIX algunas empresas se asentaron directamente en tierras mexicanas atraídas por las ventajosas concesiones ofrecidas por el gobierno federal, que tenían como objetivo poblar y valorizar la vasta región norte del país, hasta entonces precariamente explotada.3 Los casos más conocidos son la Corralitos Land and Cattle Co., Palomas Land and Cattle Co. y las propiedades de William Randolph Hearst que se instalaron a fines del siglo XIX al noroeste de Chihuahua.4 No obstante, aparte de los grandes inversionistas del porfiriato, todo indica que a lo largo del siglo XIX existió un contacto permanente entre los ganaderos del antiguo septentrión novohispano. De esta forma, sería de vital importancia estudiar la ganadería en Chihuahua en una perspectiva geográfica más amplia, definiendo la región no a partir de los límites político-institucionales de la segunda mitad del siglo XIX, sino por medio del entorno económico de la zona norte de México que tradicionalmente ha sido identificada como ganadera por excelencia. La predominancia de los ranchos –grandes o pequeños– la ausencia de cercados y escasa inversión tecnológica –dada la libre utilización, extensiva y extractiva, de las tierras de agostadero– son rasgos comunes de la tradición hispanoamericana que se observa, por ejemplo, entre los productores de Texas y Chihuahua, en la primera mitad del siglo XIX.5 2 Gobierno del estado de Chihuahua, Informe del jefe político del Distrito Benito Juárez, acerca de su Administración por el año de 1908, 1909, p. 35. 3 Cossío Silva, 1965, p. 153, vol. 7, 1a. parte; Machado, 1981, p. 5. 4 Lloyd, 1987, pp. 82-86. 5 Jordan, 1981, pp. 16-17; Jackson, 1986, pp. 613-614; Cramaussel, 1997, pp. 588-595. 6 Lister and Robert Lister, 1966, p. 152; Lloyd, 1987, pp. 65-71; Aboites Aguilar, 1995, pp. 96-102; Katz, 1998, pp. 16-17; Pérez Martínez, 1998, p. 138. 7 Serrera Contreras, 1977, pp. 169-173; Aboites Aguilar, 1995, pp. 42-43. 8 Escudero, 1834, pp. 97-100; Machado, 1981, p. 3; Altamirano y Guadalupe Villa, 1988, pp. 65-66, vol. 1; Cramaussel, 1996, pp. 35-37. Por lo general los gastos relativos al transporte de las partidas de animales corrían a cargo de los vendedores. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 0 5 En especial debe llamar la atención la elevada proporción de ganado menor, del que la especie lanar parecía destacarse en el conjunto de la actividad pecuaria regional. En la hacienda Encinillas, Agua Nueva y Río Florido por ejemplo, “abundan más en ganados menores lanares”. Según algunos observadores la producción de lana, así como la cría de la especie lanar representaba un negocio de primer orden durante la primera mitad del siglo XIX en Chihuahua.10 De ello también dan noticias los estudios relativos al período Colonial tardío, según los cuales de la Nueva Galicia y la Nueva Vizcaya salían anualmente más de un millón de ovejas que eran trasquiladas en la Nueva España.11 También destaca el ganado caballar –17% del total de la producción estatal– que representaba una de las crías de mayor interés en el comercio regional por ser imprescindible como fuerza de tracción y medio transporte. Empero, las condiciones de tráfico para llegar a los centros de venta hacían que los intercambios fueran bastante costosos. El ganado vacuno –el segundo en importancia regional– era una pieza fundamental en las transacciones regionales, “los partidos orientales surten a los occidentales de ganados, carnes saladas y untos...”.12 Pero según José Agustín Escudero se encontraba en decadencia. El consumo de la carne no estaba generalizado y el aprovechamiento de los subproductos del vacuno parecía no estar a la altura del que se obtenía con el ganado lanar. La talabartería, por ejemplo, no era una actividad muy difundida en el estado. La industria lechera tampoco constituía un área desarrollada. Este autor comenta que “en la misma capital de Chihuahua se compra [queso] caro y de mala calidad”. Finalmente los gastos de transporte para la comercialización del vacuno restaban importancia a esta industria a tal punto que “sus poseedores la consideran más que como un bien, como una carga cuya adquisición y mantenimiento sólo rinde gravámenes”. 13 MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 0 4 De acuerdo con los datos del cuadro 1 los partidos de Chihuahua, Allende y Galeana eran los que más se destacaban en la concentración de cabezas de ganado. En esta área se hallaba 58% de animales que apacentaba en el estado, siendo que en los demás partidos no sobrepasan 7%. En términos de especies, las existencias de ganado menor, 45% del total (aquí suponemos la inclusión a las especies lanar y cabría) sobrepasaban a las ganado mayor que alcanzaba 32%. En los partidos de Galeana, Balleza, Batopilas, Concepción, Cusihuiriachic y Rosales predominaba el ganado mayor, mientras que en Aldama, Hidalgo, Jiménez, Paso, Chihuahua y Allende el menor. Cuadro 1 NÚMERO DE CABEZAS DE GANADO EXISTENTES EN EL ESTADO DE CHIHUAHUA EN 1832 POR PARTIDO Especies Partidos Caballada Mulada Asnos Ganado mayor Ganado menor Cerdos Aldama 8 844 1 436 753 14 532 20 509 319 Allende 30 774 4 532 585 14 407 88 934 670 Balleza 13 572 1 611 2 135 30 032 20 302 1 965 Batopilas 2 553 2 297 586 11 310 6 390 300 Chihuahua 18 818 5 067 2 060 36 600 88 820 2 366 Concepción 5 521 2 410 459 21 315 16 380 929 Cusihuiriachic 6 597 1 909 566 16 382 5 086 400 Galeana 19 659 2 534 658 53 105 47 614 450 Hidalgo 6 840 2 125 585 7 333 10 181 141 Jiménez 6 612 823 705 9 936 14 367 1 172 Paso 1 676 1 003 155 3 848 14 525 912 Rosales 6 905 724 404 17 084 2 848 624 Total 128 371 26 741 9 651 235 884 335 956 10 248 Fuente: García Conde, 1842, p. s/n.9 9 Estas estadísticas están muy lejos de presentar un panorama fiel acerca de la situación ganadera en Chihuahua, ya que de acuerdo con el autor “A primera vista se percibe la ocultación de semovientes que ha habido en la formación de estas noticias, pues no contienen tal vez la mitad de los que existen…”, en García Conde, 1842, p. 80. 10 Escudero, 1834, pp. 97-98; García Conde, 1842, p. 64. 11 Serrera Contreras, 1977, p. 296. 12 García Conde, 1842, p. 83. 13 Escudero, 1834, pp. 97-98, 169-170. Un viajero que pasaba por Chihuahua hacia mediados del siglo XIX afirmaba que además de las haciendas, las caravanas eran atacadas constantemente, en Froebel, 1978 (1859), p. 201. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 0 7 la región norte de México. Parte de estos ladrones de ganado vivía en Texas y actuaba en connivencia con autoridades y ganaderos de Estados Unidos, quienes servían de intermediarios con los indígenas en el increíble comercio de ganado robado de México.17 Pese a que el tenor de dichos informes tiende a eximir a los mexicanos de esta actividad “ilegal”, seguramente había nacionales que se beneficiaban del tráfico de animales robados. Después de 1880, cuando las incursiones de los indios nómadas empezaron a disminuir y el gobierno mexicano estableció una serie de acuerdos con Estados Unidos para perseguir de forma conjunta a los indígenas e ilegales, la ganadería regional ganó nuevos ímpetus. Datan de esta época nuevas leyes para reglamentar la producción y venta de animales, así como para castigar el robo de ganado.18 El proceso de concentración de la propiedad fue otro de los mecanismos que contribuyó a la “emancipación” de la producción ganadera. Las condiciones favorables para la cría en las zonas semidesértica y central de Chihuahua, junto a los cambios económicos durante la segunda mitad del porfiriato, impulsaron el fortalecimiento de una industria pecuaria destinada a la exportación, proceso que fue acompañado por la importación de nuevas razas para el mejoramiento de los rebaños regio- MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 0 6 Las noticias sobre la situación económica de Chihuahua en este período hablan de la actividad pecuaria como el “segundo ramo de industria de los habitantes del estado”, con una producción de importancia en la mayoría de los partidos especialmente en Galeana, Chihuahua, Allende y Rosales, y en menor medida en Aldama, Balleza, Jiménez, Concepción, Cusihuiriachic, Hidalgo y El Paso adonde podrían aumentarse muy considerablemente, si las hostilidades de los bárbaros permitiesen apacentar ganado en los hermosos y fértiles llanos de los partidos del Paso, Aldama y Jiménez, que se hallan en la parte oriental del Estado, y si se promoviesen leyes sabias que protegiesen su extracción al Sur de la República.14 Dos elementos llaman la atención en esta descripción, el primero es el problema con los “indígenas guerreros” y el segundo la inexistencia de leyes para fomentar la producción y el comercio ganaderos. Ambas parecían ser las principales barreras que impedían el pleno desarrollo de la industria ganadera regional. El primer aspecto ha sido la justificativa de muchos ganaderos y autoridades del estado para explicar el “tardío” avance de este sector. La historiografía en rasgos generales ha seguido también esta tendencia y la llamada “guerra” en contra de los apaches fue entendida como uno de los obstáculos primordiales a la expansión no sólo de la ganadería, sino también del progreso económico de Chihuahua.15 Según las memorias de Julius Froebel, quien viajó por Chihuahua hacia los años de 1850, en la zona cercana al Carrizal (hoy distrito Bravos) “centenares de miles de reses pastaban hace veinte años en esta pradera. Ahora su número ha bajado a sólo una sombra de aquello”.16 De acuerdo con los informes de la Comisión pesquisadora de la frontera norte, hacia la década de 1870 el “problema indígena” y el abigeato eran considerados los principales responsables por el “atraso” de 14 García Conde, 1842, p. 64. 15 Boletín de la sociedad agrícola mexicana, (en adelante se citará BSAM), 17/febrero/1909, t. 30, n. 47, “La ganadería en el estado de Chihuahua”, pp. 930-931; González Flores, 1960, pp. 1-3. 16 Froebel, 1978 (1859), p. 205. 17 Pese a que en este período las incursiones de los indígenas ya empezaban a disminuir, la conclusión de la comisión fue la siguiente “cometido el robo de ganado vacuno y caballar por indios y americanos juntos; cometido por estos últimos solos, con la máscara de indios; cometido a la luz del día por ganaderos ricos, merced a los abusos que ha introducido una legislación viciosa, que tratan de reformar ya los mismos interesados, a pesar de los conflictos que se temen de parte de los que están bien hallados en el desorden; hoy que se ha averiguado plenamente el origen del mal, la mayor confusión debe de haberse apoderado de los que con tanta ligereza, como sin razón, trataron de cargar responsabilidad sobre México, que lejos de haber tenido parte en ella, ha sufrido las consecuencias de aquellos desórdenes y desmoralización”, En Informe de la comisión pesquisadora de la frontera norte al ejecutivo de la Unión sobre depredaciones de los indios y otros males que sufre la frontera mexicana, 1877, p. 166. Para una visión más actualizada y crítica sobre el tema véase Álvarez, 1991. 18 Dublán y José María Lozano, 16/agosto/1885 [Convenio celebrado con los Estados Unidos sobre el paso recíproco de fuerzas de ambos Gobiernos al territorio del otro para la persecución de los “indios salvajes”], 1887, p. 314, t. 17; “Convención entre México y los Estados Unidos de América para la extradición de criminales”, 1902, pp. 81-86, t. 31. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 0 9 hace referencia al “cerco de alambre”– ya que en ocasiones los arrieros reclamaban que incluso los caminos habían sido acotados.23 Existen escasas informaciones acerca del sistema de pastoreo que se empleaba en este período. Para el ganado vacuno, por ejemplo, se aprovechaban los pastos naturales, pero el ganado lechero era cebado además con alfalfa que se sembraba en las propias haciendas. Un ganadero estadounidense con negocios en Chihuahua a principios de este siglo afirmaba que “la engorda [del ganado] depende únicamente de los pastos que pueda producir; el ganado fino exige mejor alimentación que el ordinario. Cuando las tierras de Chihuahua puedan ser regadas, seguramente podrá duplicarse la producción”.24 Pese a que algunas fuentes señalan los malos efectos de las alteraciones climáticas en la producción ganadera regional, los latifundios ganaderos –debidamente localizados en zonas de fácil acceso a fuentes de agua– tenían mayores posibilidades de mantener buenos pastos y de esta forma evadir las consecuencias más agudas de las sequías en dicha producción, además de que algunos contaban con infraestructura para almacenar forrajes durante todo el año.25 Por otro lado, los ganaderos tenían condiciones de protegerse de los efectos más agudos de las sequías vendiendo rápidamente el ganado. Ello puede explicar, por ejemplo, por qué las empresas agroganaderas estadounidenses que se asentaron en Chihuahua a fines del siglo XIX tuvieron superávits de exportación durante los años 1907 y 1909 cuando MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 0 8 nales. En 1883 Francisco Félix Maceyra adquirió ganado cebú. En la década de 1900 Abraham González, quien fuera agente de una casa criadora de ganado del estado de Kansas, introdujo los primeros sementales Hereford; años más tarde Carlos Zuloaga y otros ganaderos del estado continuaron importando ganado fino para mejorar las especies locales.19 Pese a estas señales de “progreso” entre ciertos ganaderos todavía prevalecían prácticas tradicionales en lo que se refiere a la cría de semovientes. Ello porque los límites entre una propiedad y otra eran bastante subjetivos y los cercados, más que demarcar los terrenos de pastoreo, marcaban las “fronteras” para que el ganado no invadiese las tierras de cultivo, ya que dichos animales andaban sueltos en busca de pastos y aguajes.20 Hacia fines del siglo XIX, sin embargo, este panorama empezaba a cambiar. Fuentes dispersas dan indicios de que en este período diversas propiedades ya tenían cercadas sus tierras de pastoreo. Algunos estudios apuntan además que los mormones, al igual que otras empresas agroganaderas que se asentaron en el estado en las últimas décadas del siglo XIX, fueron los primeros en utilizar la cerca de alambre de púas para delimitar la propiedad ganadera.21 En las cuentas de la Corralitos Land and Cattle Co., constan gastos relativos a la reparación de cercados. En el inventario de reclamos de los bienes de esta empresa, que fueron intervenidos o confiscados durante la Revolución mexicana, aparecen reclamos acerca de la destrucción de cercas y corrales de ganado.22 Pero no hay razón para creer que las empresas extranjeras fueron las únicas que emplearon el uso de corrales y pastos cercados. Hacia principios del siglo XX propietarios identificados como “rancheros” aparecen inmiscuidos en contiendas relativas al cercamiento de sus terrenos –se 19 Almada, 1968, pp. 229, 316; The Mexican Herald, 14/febrero/1908. 20 Dispatches from United States Consuls in Chihuahua (en adelante se citará USA consuls), 1883, carta del cónsul Louis H. Lott a la secretaría de Estado, Washington (Archivo Municipal de Uruachic, en adelante se citará AMU), Sección Justicia [Averiguaciones sobre el conflicto por invasión de tierras agrícolas por ganado en la comunidad de Gosogachi], 13/agosto/1903, caja 4, exp. 4: García Martínez, 1995, pp. 19-26. 21 Brand, 1961, p. 136; Lloyd, 1995, pp. 236-240. 22 Thomas Wentworth Peirce, Jr. Papers, 1900-1023 (en adelante se citará TWP), 25/febrero/ 1918, caja 1, fólder 18, carta de E. C. Houghton; 30/abril/1919, caja 1, fólder 20, carta de E. C. Houghton. 23 En una ocasión un ranchero de Santa Isabel confiscó a unos arrieros unos burros que apacentaban en sus tierras. Dichos arrieros cortaron una cerca de alambre –que según alegaban invadía el camino– buscando agua y pastos para sus animales. En El Correo de Chihuahua, 29/abril/1909. 24 BSAM, 17/septiembre/1908, t. 32, n. 35, “La ganadería en Chihuahua”, p. 698; Brand, 1968, pp. 135-136. Años más tarde esta aseveración era confirmada por Enrique Creel, quien hablaba de la necesidad de aumentar el número de pozos en las propiedades “para que el ganado encuentre abrevaderos a cada mil metros y no tenga que consumir en ir beber agua, sus energías y su gordura; maltratando además los pastos en ir y venir a largas distancias para alcanzar agua que beber”, en Creel, 1928, p. 63. 25 Gobierno del estado de Chihuahua, Informe sobre la Administración Pública en el Distrito Iturbide, durante el año de 1905, 1906, pp. 36-37; BSAM, 17/agosto/1910, t. 34, n. 31, “La cría de ganado”, pp. 610-611; Esparza Sánchez, 1988, p. 63. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 1 1 mexicano.29 Además, el intercambio de animales entre Estados Unidos y México fue especialmente elevado durante la guerra hispanoamericana, cuando la producción estadounidense de semovientes sufrió un ligero declive. Cuba por otro lado, también fue uno de los mercados más importantes del ganado mexicano. Aprincipios de este siglo los estados de la región norte de México –principalmente Chihuahua– exportaban ganado vacuno a Texas que desde Galveston era embarcado hacia la isla.30 Hacia principios del siglo XX el estado de Chihuahua ocupaba el segundo lugar en la república en concentración de cabezas de ganado.31 Luis Terrazas se destacaba entre los ganaderos más prominentes de México. Se estimaba que poseía 400 000 cabezas de ganado vacuno, 100 000 ovejas y 25 000 caballos, además de algunos terrenos en Kansas propios para el pastoreo.32 Pero la producción de Chihuahua no se destinaba solamente a los mercados extranjeros, el transporte por ferrocarril posibilitó el envío de ganado en pie, en un primer momento y enseguida de carne empacada –en 1898 Luis Terrazas con algunos parientes cercanos fundaron la primera compañía empacadora de carne de México– hacia el centro del país, como es evidente en este relato: El Sr. C. G. Brown acompañado de otros ganaderos de Kansas City, se encuentra en Chihuahua, a donde vino a recibir diez mil cabezas de ganado, que los ganaderos del Estado le vendieron a una Compañía Americana. Días antes de la llegada del Sr. Brown habían estado en la misma población de Chihuahua otros ganaderos de Wyoming, que compraron seis mil cabezas y dejaron tratadas otras cinco mil, los cuales se embarcarán en breve, lo mismo que las diez mil primeras para los Estados Unidos. MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 1 0 se presentó un ciclo de desajustes naturales en Chihuahua. Tal fue el caso de las propiedades ganaderas de William Randolph Hearst.26 El número de cabezas de ganado que ingresó a Estados Unidos desde la aduana de Ciudad Juárez confirma un incremento de la venta en este período. Durante el año de 1908 pasaron por la aduana de Ciudad Juárez 86 000 cabezas de ganado hacia Estados Unidos, la cifra en 1909 fue bastante superior, aproximadamente 103 000 animales.27 Las últimas décadas del siglo XIX marcaron el desarrollo de la ganadería en forma extensiva, lo cual fue favorecido por el aumento de la demanda nacional y extranjera, sobre todo de los Estados Unidos. Pero los estadounidenses no estaban insertos en este proceso tan sólo como compradores; algunos se dedicaron a la inversión, otros a asentarse directamente en tierras mexicanas, principalmente debido a los bajos costos y a la abundancia de los terrenos de pastoreo. Por otro lado, los altos precios de la tierra en Estados Unidos desalentaban nuevas inversiones en ranchos ganaderos en determinadas regiones de este país. En Texas, por ejemplo, la escasez del agostadero común –en este estado el proceso de cercamiento de pasturas ya estaba bastante adelantado– obligó a un número importante de ganaderos a transferir sus negocios hacia la frontera norte de México.28 La demanda de ganado en Estados Unidos obligó continuamente a los ganaderos de México a enviar un mayor volumen hacia la frontera. La cantidad de hato mexicano adquirido por los compradores estadounidenses era tan alta que la promulgación de la ley McKinley en 1890 buscaba, entre otras cosas, proteger a los productores de este país ya que impuso altos gravámenes al ganado mexicano. Con la derogación de esta ley, seis años después, el panorama de este comercio volvió a los parámetros de 1890 y mantuvo esta tendencia prácticamente inalterada hasta los primeros años primeros de la Revolución, cuando los Estados Unidos absorbían aproximadamente 95% de la exportación de ganado 26 Vanderwood, 1990, pp. 103-104; Valencia Ortega, 1996, pp. 242-243. 27 El Correo de Chihuahua, 06/enero/1910. 28 BSAM, 28/febrero/1887, t. 10, n. 28, “Tráfico de ganados”, pp. 442-443; 24/agosto/ 1891, t. 15, n. 25, “Merma en el ganado”, p. 399; 16/enero/1896, t. 20, n. 2, “Exportaciones de ganado mexicano”, pp. 31-32; Valencia Ortega, 1996, pp. 233-236. 29 Cossío Silva, 1965, p. 149-153, vol. 7, 1a. parte; Machado, 1981, p. 5; Soto Izquierdo y otros, 1988, p. 49. 30 BSAM, 24/enero/1898, t. 22, n. 3, “Ganado para Cuba”, p. 47; 08/febrero/1898, t. 22, n. 5, “El ganado en la frontera”, pp. 83-84; 31/marzo/1898, t. 22, n. 20, “Exportación de ganado y otros productos”, pp. 388-390; 09/marzo/1900, t. 24, n. 10, “Exportación de ganado mexicano. Alza repentina en los precios de la carne”, p. 200; The Mexican Year Book, 1908, p. 468; Machado, 1981, p. 8. 31 El Colegio de México, Estadísticas económicas del porfiriato. Fuerza de trabajo y actividad económica por sectores, s/f, p. 86. 32 Wasserman, 1984, p. 48. LA ECONOMÍA GANADERA EN CHIHUAHUA 2 1 3 dounidense en los negocios ganaderos mexicanos había sido una de las principales causas de la valorización de la propiedad territorial en Chihuahua. La exportación de ganado hacia Estados Unidos decían los criadores ha influido poderosamente para que una infinidad de terrenos del Estado de Chihuahua se aprovechen, y esta exportación, después de la minera, es la que ha alentado poderosamente al progreso de Chihuahua, no sólo por la influencia del dinero extranjero, sino porque ha aumentado extraordinariamente el valor de la propiedad raíz.37 De acuerdo con un estudio que analiza la actividad pecuaria en Chihuahua durante este siglo, se han distinguido tres zonas de producción: el desierto, los valles y la sierra. El desierto que corresponde grosso modo a los distritos de Galeana, Bravos, Iturbide, Camargo y Jiménez comprende casi 60% de la superficie del estado. Con baja precipitación pluvial pero con agua permanente debido a la presencia de los ríos Bravo, Conchos y Valle de Allende, además de arroyos, lagunas y manantiales. La zona de los valles ubicada alrededor de los distritos Guerrero, Benito Juárez, parte de Iturbide e Hidalgo, constituida básicamente por lomerios de las faldas de la Sierra Madre con una enorme riqueza en pastos y abrevaderos. Y la zona menos apta para la ganadería ubicada totalmente en la región serrana del estado, corresponde aproximadamente a los distritos Rayón, Arteaga, Andrés del Río y Mina (véase mapa 1).38 Aunque con cierta deficiencia, las estadísticas de esta época pueden ilustrar algunos aspectos de la producción ganadera en Chihuahua a principios del siglo XX. En las páginas siguientes utilizaremos datos relativos a los años 1902 y 1906. Infelizmente la “Estadística ganadera de la república” de 1902 presenta algunas fallas acerca del estado de Chihuahua que hacen bastante complicado su análisis, ya que las referencias de los distritos de Hidalgo y Galeana no constan en dicha documentación. La información de 1906 se encuentra completa en lo que se refiere a los datos regionales; no obstante, es necesario recordar que en este período MARÍA APARECIDA DE S. LOPES 2 1 2 En lo que va transcurrido del año, han salido del Estado de Chihuahua muy cerca de sesenta mil cabezas de ganado mayor, habiéndose enviado para los rastros de la ciudad de México la mitad de esta suma, lo que da una idea de la riqueza pecuaria de esta entidad que de día en día desarrolla sus riquezas.33 Ganaderos estadounidenses con negocios en Chihuahua también exportaban cabezas hacia otras regiones. Charles Hunt quien comenzó su negocio en el estado en 1897, afirmaba que desde Chihuahua había enviado por lo menos 150 000 cabezas de ganado hacia América del Sur.34 Aun así, no hay duda de que el mercado “natural” de la producción ganadera chihuahuense eran los Estados Unidos. De acuerdo con los criadores del estado, cuando se interrumpía la exportación pecuaria hacia este país, la producción regional se dirigía fundamentalmente hacia la ciudad de México, pero este intercambio enfrentaba serios problemas. Por un lado, este mercado no tenía capacidad de absorber toda la producción local y por otro, demandaba altos costos de transporte y se limitaba únicamente a los meses de invierno y primavera, cuando el ganado “ha engordado, después de la época de lluvias y puede soportar ocho o diez días de ferrocarril”.35 Al resaltar los beneficios y ventajas del comercio con Estados Unidos, los ganaderos chihuahuenses afirmaban que los meses de abril, mayo y junio estaban dedicados al abastecimiento del mercado estadounidense, dado que los campos verdes por la primavera ya podían recibir semovientes para la engorda.36 Ello permitía establecer un ciclo natural de ventas e impedir la acumulación de ganado en las haciendas de Chihuahua, proceso que obligaba al sacrificio de animales de los cuales sólo se podía aprovechar la piel, o bien la carne –convertida en cecina– para proveer a los mercados locales. Por otro lado, la presencia esta- 33 El Correo de Chihuahua, 10/mayo/1902; BSAM, 01/septiembre/1905, t. 29, n. 33, p. 660. 34 BSAM, 17/septiembre/1908, t. 32, n. 35, “La ganadería en Chihuahua”, pp. 698-699. 35 BSAM, 29/julio/1911, t. 35, n. 30, “No debe gravarse la exportación de ganado”, p. 586. 36 Gran parte del ganado mexicano adquirido por los importadores estadounidenses eran becerros que serían engordados en los ranchos de Texas y de la región oeste de Estados Unidos, en BSAM, 24/mayo/1897, t. 21, n. 19, “Los derechos al ganado mexicano”, p. 298; The Mexican Year, 1908, p. 468. 37 BSAM, 29/julio/1911, t. 35, n. 30, “No debe gravarse la exportación de ganado”, p. 587. 38 Ponce de León, 1907, pp. 5 y ss.; Pérez Martínez, 1998, pp. 96-100.